Un miércoles cualquiera

Un miércoles cualquiera, en el barrio de los Remedios, amanece en Sevilla. Álvaro, con su uniforme del cole, desayuna con sus hermanos, mientras cuenta que tendrá una excursión muy especial. A la misma hora, Sarayma, con su madre, hablan de que hoy no puede faltar a su escuela, situada en el Polígono Sur.
Su seño ya les contó que hoy tendrían una sorpresa. Dos mañanas similares, dos situaciones distintas, dos realidades que conviven en el extraño paralelismo de la vida, pero, al fin y al cabo, dos niños que desayunan para coger fuerzas y aprovechar lo máximo su nuevo día.
Así comienza nuestro proyecto, con una invitación a unir dos mundos muy diferentes, a romper fronteras de una misma ciudad, a construir puentes entre realidades. Estas realidades, conviven con prejuicios y etiquetas, pero guardan muchos más parecidos que diferencias. Dentro de un marco religioso, dentro de una misma Iglesia, dos congregaciones dan sentido a su misión en dos barrios muy diferentes, Los Remedios, y las tres mil viviendas. En el colegio San José de los Sagrados Corazones, y en la escuela
infantil La Providencia de Jesús-María, apuestan por una educación en valores, apuestan por un alumnado, que lejos de adquirir tan solo conocimientos, reciban una educación, una semilla, que los convierta en personas que hagan de este mundo un lugar mejor. Para ello, se unieron estos dos escenarios, para abrir la mirada más allá de las fronteras que creamos día a día en estos dos barrios.
De esta forma, los alumnos de 5º de primaria del cole San José, dentro de un proyecto pastoral, dan rienda suelta a su imaginación y creatividad, creando juegos, bailes, materiales, y sobre todo mucho cariño para compartir con los niños de la escuela infantil la Providencia, con edades comprendidas de cero a seis años. No se trata de hacer juegos aislados, ni de enseñar nada, tan solo de compartir una mañana llena de
generosidad, empatía y mucho amor. Antes de diseñar los materiales que cada grupo de niños trae a dicha escuela, se han creado momentos de reflexión con sus tutores que van a permitir plasmar y conocer la realidad que se vive en el Polígono Sur, y como nos situamos ante ella. Posteriormente, dividiéndose por grupos, han creado sus cuentos, sus bailes, sus fichas… en definitiva, fueron poniendo su esencia en cada uno de los recursos que cobrarían vida en su esperada y especial visita.
Así, los días 27 y 28 de mayo del 2025, la escuela infantil abrió sus puertas, para acoger a cien niños que llegaron en un autobús a tan solo quince minutos que los separaban de esta realidad tan distinta de la que ellos viven en los Remedios.
Desde el momento que pisaron nuestra escuela, se respiró ilusión, ganas de compartir o de agradecer. Los jóvenes cambiaron su forma de mirar, con respecto a las que nos invitan los medios de comunicación ante esta realidad y este barrio sevillano. Los diferentes grupos fueron realizando sus dinámicas en las aulas, compartiendo con el acompañamiento de sus tutores y de los docentes de la escuela, que desde su generosidad, también apostaban por la riqueza de este encuentro.
Una vez terminados, los juegos, todos fuimos al salón, donde tocaba parar, donde tocaba integrar y compartir lo vivido. Con tan solo diez u once años, fueron capaces de poner con palabras, a través de una rutina de pensamiento, “veo, siento y me pregunto”, todo lo que habían sentido dentro de las aulas al estar con estos niños. Frases, como, “Creía que era de otra manera, tenía miedo antes de venir, las apariencias engañan, no hay que juzgar antes de conocer, quizás ellos no hayan tenido nuestra suerte…” resonaban en el salón. Y nos emocionaban a los adultos que tuvimos la suerte de escucharlos.
Para finalizar el día, en nombre de la comunidad EDUCATIVA de Jesús-María, invitábamos a poner en presencia de Dios todo lo vivido en esta jornada y a unirnos como hermanos en una sencilla oración.
Donde, después de compartir, desde lo más profundo de nuestro interior, se ofreció un sencillo gesto, para hacer llegar a las familias todo lo ocurrido. Tan sólo había que escribir con una frase, palabra, o expresión en un globo amarillo, lo que nos brotará individualmente y, posteriormente, se le regalaría a la salida a todos los niños de la escuela infantil, siendo portadores de sonrisas y sueños, al llevarlos a sus casas y leer
dicho mensaje con sus padres.
Los cien niños y tutores de los padres blancos, se subieron a ese mismo autobús para volver a su barrio y a su cole, pero esta vez no cogieron “un avión” que tan lejos separa estas dos realidades, esta vez solo cogieron un autobús. Teniendo muy presente la idea de que estábamos realmente muy cerca los unos de los otros, y que éramos muchos más iguales que diferentes, llevando ese testimonio a los demás niños y familias de su barrio.
No se trata de grandes gestos, ni heroicidades, no se trata de hacer mucho ruido, tan solo se trata de un cambio de mirada, de una apertura del corazón, de compartir esencias, porque solo desde ahí, podemos ser Sal y Luz, en un mundo lleno de prejuicios y de luchas internas, pero en un mundo donde la esperanza siempre gana, y la vida siempre brilla.
“Vosotros sois la sal de la Tierra, y la Luz del mundo.” Evangelio de Mateo 5.13-16.